lunes, 18 de abril de 2016

Una història dels anys de la fam




Entre los años 53 y 55 a mi padre le adjudicaron en subasta los derechos de extracción de leña, de  tala y limpieza de los montes de la Casa Font del Llop de Dalt, en el término municipal de Castalla, que se encuentran en la zona del Carrascal de esa localidad.



A la derecha, los Montes de Carrión y a la izquierda las Umbrías de Santonja. Entre ambos macizos discurre la senda hacia la Casa de la Font del Llop de Dalt.
En aquellos momentos la finca era propiedad de D. Miguel Alós, médico comadrón de Alicante, en la que pasaban una parte del verano junto a su familia.

Pudo quedarse con los derechos gracias a la ayuda económica de José Hernández Parra, el Tio Rata, que tenía en aquellos momentos un aserradero  en Biar.

Para la tala de los pinos contratamos a cuatro jóvenes de Pinoso pero el resto de trabajos de poda y realización de gavillas de la leña de las copas de los pinos los llevábamos a cabo Pepe Xavos, Pepe el Rata (hijo) y yo.
Labores de talado y poda
También tuvimos que contratar cuatro carreteros de Castalla conocidos como Quicot, Fasegura, Torriá y Domenech. Además de ellos, el transporte a Biar de las gavillas de leña lo realizaban  Primitivo, Moreno-Cova , el Pontarronero y Antonio Marco (Moreno).

Transporte de gavillas de leña
Durante el año y medio que duraron los trabajos me desplazaba desde Biar con una bicicleta de paseo que me compró mi padre, con un portaequipajes añadido en el que yo llevaba comida dentro de un capazo grande de esparto que iba atado con una cuerda al sillín. 


Salía temprano los lunes llevando el avituallamiento para tres días y los miércoles regresaba al pueblo a por más. Los jueves iba nuevamente a la finca con más comida y me quedaba ya hasta el sábado por la tarde. Como tenía que hacer el recorrido de noche y por miedo a que me detuviera la Guardia Civil me tuve que comprar una dinamo que al friccionar con la rueda delantera encendía la luz de un farol colocado encima de la misma.

Los trabajadores de Pinoso también venían con bicicletas pero Pepe Xavos y Pepe el Rata eran menos afortunados ya que iban andando desde Biar los lunes y regresaban a sus casas el sábado.

Para llegar a la Casa de la Font del Llop me dirigía por el camino de la Argueña para, una vez allí, desviarme hacia la Casa Mira (hoy desaparecida), también conocida como del Tío Diego.


Fragmentos de un Plano de 1897 en el que aparecen indicados tanto el antiguo camino hacia La Argueña como la Casa Mira, que hoy hubiera quedado al otro lado de la autovía a Sax.
Fotografía realizada por Eleuterio Albero en la Casa Mira. De pie, de izq. a derecha: Tío Diego, Asunción Alberto (hija), Amparo Francés (nuera), María Albero (hija), Asunción Román (mujer), Doña Consuelo, Amparito (Ñaña).
Delante sentados: Diego Albero (hijo) y Don Ramón.
Foto cedida por Diego Albero (nieto), 
(c) Instituto Geográfico Nacional. 1955

Solar en el que se levantaba la Casa Mira, en el que ya no queda ningún resto
Como parte de la senda era intransitable para la bicicleta, la dejaba a resguardo en dicha casa los lunes y los jueves y cargaba con el capazo con comida a mis espaldas, atado con un cuerda, para seguir a pie.

La comida que llevaba consistía principalmente en arroz, que era la base de nuestro alimento diario. Durante el año y medio que estuvimos trabajando en la Font del Llop comíamos todos los días arroz con habichuelas (fresols o fesols) que nos facilitaban los arrendatarios de la casa. Rara vez lo acompañábamos de alguna piel de bacalao o alguna corteza de tocino (cansalà). En aquella época, dentro del saco de arroz normalmente encontrabas también algunas piedrecitas. Era habitual ver a las mujeres fuera de las casas, aprovechando la luz del día, con una garbilla pequeña en la mano, llamada sarandeta, separándolas de los granos de arroz.
Zaranda o Saranda para cribar

Nosotros carecíamos de garbilla y, además, cuando queríamos preparar el arroz era ya de noche, así que a la luz de un candil buscábamos con los dedos dentro del saquito, tarea que no finalizaba hasta que uno de nosotros decía finalmente; Ja no n'hi ha ninguna pedra!

Desde la Casa Mira hasta la del Font del Llop de Dalt había unos cuatro kilómetros, distancia que yo recorría a paso ligero pese a ir cargado. Antes pasaba por la Casa Carrión, en la que vivía la familia Fasegura de Castalla.  En algunos mapas aparece actualmente como el Mas de Sant Rafael.


Casa Carrión, desde la que nace la senda hacia la Casa de la Font del Llop
(c) Instituto Geográfico Nacional
La senda se dirigía cuesta arriba cruzando la sierra conocida como la Umbría del Marqués de Villagracia (en algunos mapas aparece como Umbrías de Santonja, apellido del marqués) y los Montes de Carrión, dentro del término de Castalla.


Distinto tramos de la senda que lleva hasta la casa del Font del Llop y que yo recorría a pie cuatro veces a la semana

(c) Instituto Geográfico Nacional

Casa del Font del Llope de Dalt
Durante el invierno cayó una gran nevada que nos impidió trabajar durante tres o cuatro días.



El día que nos reincorporamos al trabajo, al final de la jornada nos sentamos todos alrededor de una hoguera para descansar un rato y entrar en calor. Todavía quedaban restos de la nieve caída a nuestro alrededor. 



Nos acompañaba Joaquinet, un chaval de unos once o doce años que era hijo del arrendatario de la casa y que pastoreaba un pequeño ganado que tenían. Al calor de la hoguera nos contó que antes de la nevada se había encontrado muerto un cabrito y que lo había enterrado en unos de los bancales próximos a la casa. Uno de los de Pinoso le propuso ir a desenterrarlo y se ofreció a quitarle la piel para aprovecharla, ya que presumía de ser tan mañoso como un carnicero en este tipo de labores.

Como estaba oscuro cogimos un candil para recorrer los escasos 25 metros que nos separaban del lugar en el que estaba enterrado.


Bajo la capa de la poca nieve que quedaba, desenterramos al cabrito y Germán, así se llamaba el espontáneo carnicero, peló el animal bajo la atenta mirada de todos los presentes. Como la carne tenía buen aspecto hice una propuesta a mis compañeros: "¿Qué os parece si tiramos la cabeza, el hígado y las entrañas que es donde puede tener la enfermedad y nos lo comemos frito con ajos?"


De todos los presentes únicamente apoyaron mi propuesta el propio Germán y Pepe el Rata así que entre los tres cogimos de la casa una paella grande, del tipo que se usa para hacer gazpachos y también unos ajos que nos dio el Tio Joaquín y nos pusimos manos a la obra, observados por el resto de compañeros.


Nos lo comimos entre los tres entero y estaba riquísimo. Cuando nos fuimos a dormir nos despedimos de todos por lo que pudiera pasar después de digerir aquello. Germán le dijo a uno de sus compañeros (quien además era su cuñado): “Cuñado, si  mañana estoy muerto, la camisa de cuadros que llevo puesta es tuya

Los de Biar dormíamos en el pajar situado sobre las cuadras, en las que dormían el resto. Como era invierno dormíamos vestidos y tapados con una manta.


A media noche me desperté con ganas de orinar. El pajar contaba con una ventana que daba a un bancal y este tipo de necesidades las hacíamos desde allí sin salir a la calle. 

Pajar de la Casa de la Font del Llop
Cuando fui consciente de que estaba vivo desperté a Pepe el Rata zarandeándolo y gritando:  Estic viu! Estic viu!. Con los ojos medio cerrados me preguntó que qué quería a lo que le respondí que sólo comprobar que él también estaba vivo. Me mandó acostarme y callar.

Pasados unos días el pequeño Joaquinet, aprovechando que su padre no le podía oír, nos confesó que la muerte del cabrito había sido consecuencia de una pedrada suya que con muy poca fortuna le había dado en la cabeza, ocasionándole la muerte, y no por enfermedad, como había hecho creer. 

Y ésta es una anécdota que hemos contado a lo largo de nuestras vidas muchas veces, ya que aquella era una época en que rara vez comíamos carne y nos pudimos dar un banquete con un cabrito enterrado desde hacía ya cuatro días, sin importarnos que el animal pudiera estar o no enfermo y por una vez pudimos saltarnos l'arrós i fresols para cenar.