lunes, 29 de mayo de 2017

La Penyeta Mala






Las sendas  nacen a fuerza de pasar las personas, una y otra vez, por el mismo lugar.




Antiguamente, la  necesidad de desplazarse a pie de un sitio a otro, empujaba al hombre a buscar, a ser posible, el trayecto más fácil y más corto, aunque no siempre era posible unir ambas cosas cuando se trataba de terrenos escarpados como el de las montañas.

Antes de que existiera el Camí de Fontalbres, el desplazamiento hasta las casas de labranza ubicadas a los pies del Reconco, se hacía por la senda que nace a espaldas del santuario y que, recorriendo Les Llometes de la Maredeu, discurría entre Els Cabecets de la Plata y La Cresta del Pollastre, para desembocar ya próximo a la finca de la Casa de Bobo, antes conocida como la Casa del Collado.


La senda discurre principalmente por suelo rocoso y en gran parte de su trayecto, siguiendo la cima de los distintos cabezos montañoso. 

Senda a su paso por las lomas de la Virgen
Por ella sólo pueden transitar las personas a pie o como se hacía antiguamente, a lomos de algún animal. En Biar, prácticamente no había caballos. Suerte tenía aquel que contaba con alguna mula o un burro.

Fuente: Libro de Fiestas de 2016

Esta ruta contaba con una dificultada añadida a la del suelo escabroso y era la existencia de un peñasco justo en medio de su trazado, conocida como "la penyeta mala", en un tramo de pendiente pronunciada. Para las personas, es un problema fácil de resolver, basta con bordearlo y pasar con cuidado.

Penyeta mala, en la senda que va desde el santuario al Camí de Fontalbres

Otra cosa muy distinta es cuando uno hace el viaje acompañado de una mula o un burro. Dile a la primera, con lo terca que es, que se desvíe un poco para bordear una piedra. O como al otro le dé por pensar “hasta aquí llego yo”, va uno listo.  Porque lo de “ser más terco que una mula” o “las paradas de burro” son algo más que refranes.

La mulas y mulos eran muy difíciles de adiestrar y su carácter desobediente se intentaba limar a base de palos.


Mula terqueando
El caso de los burros era otro ya que son animales más bien dóciles y fáciles de montar, de andar lento y tranquilo. El inconveniente es que no reacciona bien a las situaciones nuevas y si después de un trayecto en línea recta se le exige desviarse, entonces vienen los problemas. Se para con la misma terquedad que su pariente la mula, y hasta que no se hace a la nueva situación no prosigue.

Las anteojeras precisamente intentaban solucionar este tipo de problemas ya que con ellas, el burro sólo veía justo lo que tenía delante e impedían cualquier distracción que pudiera alterarlo. También se les ponía cuando trabajaban en las norias para evitar que se marearan.

Burro con anteojeras de esparto
A la altura de la penyeta mala acababan en el suelo mucha de las cargas de las mulas y los burros, con el consiguiente cabreo de los dueños. Y este tipo de contratiempos hizo que la roca se ganara definitivamente el calificativo de "penyeta mala".


Este lugar acabó siendo una referencia a la hora de ubicarse por la zona porque era un sitio que todos conocíamos.

Con el tiempo se abriría un nuevo camino para carros desde el puerto de Biar que recorría el corredor que queda a los pies del Reconco y que llegaba hasta al Casa del Xorro, quedando poco a poco en desuso la antigua senda. Con él se acabaron los disgustos con las mulas y burros, al menos cuando se trataba de ir a aquella zona.


Hoy en día por la penyeta mala pasan los senderistas que siguen la ruta PR- CV 55, que discurre por esta senda, sin ser conscientes de su existencia.


Tramo de subida hacia la Penyeta Mala en dirección a Fontalbres
Con esta historia quiero de alguna manera conservar su recuerdo aunque sea como simple curiosidad que puedan contar los que hasta ella se acerquen.

RUTA A LA PENYETA MALA