viernes, 8 de enero de 2016

La cova del bandoler o roder


En la carretera de bajada del Puerto de Biar, en dirección Castalla, a la altura del km 11 y en dirección hacia la Lloma del Telèfon, existe una cueva que en algún momento del siglo XIX sirvió de guarida a un bandolero (roder en valenciano), de acuerdo con lo que nos contaba mi abuelo Batiste. Según su relato, el hecho se descubrió cuando fue encontrado su cuerpo apuñalado en la entrada de la misma, posiblemente por una reyerta o un ajuste de cuentas con algún compinche.


La cueva tiene su entrada parcialmente cubierta por lo que no resulta fácil ni su localización ni el acceso a la misma. Cuando yo era adolescente crecía en su entrada una gran higuera y según yo la recuerdo, era bastante profunda.
La cueva está entre la carretera del Puerto y la Casa de Celemín


Entrada de la cueva

Cuentan que ese siglo fue precisamente uno de los más violentos que se recuerdan. Durante las dos primeras décadas surgieron cuadrillas de guerrilleros para luchar contra los franceses, que reclutaban en ocasiones a presos liberados por las autoridades valencianas para que apoyaran la causa española. A las cuadrillas también se unían salteadores de caminos, que alternaban así sus robos a los grandes propietarios españoles con los efectuados a las tropas francesas.

Esta colaboración permitió que se les condonaran durante ese periodo los delitos anteriores, como por ejemplo sucedió con uno de los bandidos más conocidos por nuestras tierras: Jaume el Barbut, natural de Crevillente, quien se uniría a otros como el Pascualet, el Tablones, el Caga Doblones, el Mico, el Jumillano y otros muchos.

Jaume el Barbut

Una vez finalizó la Guerra de la Independencia, el bandolerismo fue a más ya que muchos de los mercenarios y desertores del Ejército se dedicaron a partir de ese momento también al pillaje, no sólo en los caminos sino que  realizaban también asaltos directos en los pueblos o secuestraban a personas con dinero. 

Asalto de ladrones- Goya
Aunque el Ejército hacía algunas intervenciones no era suficiente para controlarlos. Por ejemplo, en Villena en 1813 se tuvo que crear una partida de vecinos armados para poder proteger los caminos.

En general, los bandoleros se movían en grupos sin demasiada organización, pero también los hubo de los que actuaban en solitario, a veces procedentes de familias ricas a los que las circunstancias políticas les había puesto al otro lado de la Ley. Incluso existió alguno al mas puro estilo de Curro Jiménez que se dedicó a robar a los más pudientes para repartir el botín con los más pobres, como fue el caso de Pinet, natural de La Nucia, aunque esto era más bien una excepción ya que solían ser personas muy violentas.

En la segunda mitad del s. XIX se utilizan sus fechorías para beneficiar a los monárquicos o a los republicanos, especialmente durante  la Rebelión de 1868, conocida como La Gloriosa.

En esa época, el bandolero Palloc campaba a sus anchas por nuestra comarca, junto a Tomaset el de Petrel, Pallets o Froilan Carvajal, a los que siempre acompañaban cuadrillas numerosas de bandoleros. 

Tomaset de Petrel

El propio alcalde republicano de Alicante, Eleuterio Maisonnave, casado con la biarense Luisa Santonja Almela  y, por tanto, cuñado del José María Luis Santoja Almela, Marqués de Villagracia (defensor de la monarquía), entregó 400 reales de vellón (1 real de vellón valía 2.5 veces un real ordinario) y una carta con instrucciones al bandolero Palloc para que llevaran acciones en la provincia encaminadas a que prosperara la insurrección contra la reina Isabel II.

Eleuterio Maisonnave
El 22 de septiembre de 1968, con un grupo numeroso de hombres, después de abandonar Benejama, se presentó en Biar. No consta que cometieran robos o provocaran altercados en nuestro pueblo pero nuestros vecinos de Onil, Villena, Bañeres, Benejama, Ibi, Castalla y Alcoy tuvieron menos suerte, quizá porque el Marqués de Villagracia mantenía buenas relaciones con su cuñado a pesar de las diferencias políticas.

Marqués de Villagracia de Biar
Si hay constancia documental de los muchos robos que se cometieron en estas poblaciones. A su paso constituían Juntas Revolucionarias o levantaban barricadas, que no solían prosperar por la falta de apoyo de los vecinos.

Grabado que muestra una barricada de la Revolución de 1868

A la vista de esta situación, muchas familias ricas de esas poblaciones abandonaros sus casas para mantenerse en algún lugar más seguro.

En 1844 se creó la Guardia la Guardia Civil para intentar acabar con el bandolerismo que impedía que la gente se moviera de una ciudad a otra de forma segura. No fue tarea fácil ya que en esa época uno podía hacerse pasar por otra persona sin mucho problema ya que el único documento de identificación que existía, en el mejor de los casos, era la cédula de vecindad donde sólo constaba el nombre, sin rasgos identificativos de la persona.

Guardia Civil registrando a un campesino en un camino rural

Conforme se disolvían o se apresaban las cuadrillas, los bandoleros se veían obligados a buscar refugio en nuestros montes, poco accesibles para la caballería en aquella época.



Su final era casi siempre violento, acabando presos, mutilados, fusilados o ahorcados, como sucedió con Jaume el Barbut, quien después de ser ahorcado, por sentencia fue mandado descuartizar en cinco trozos, enterrándose únicamente el tronco. El resto de pedazos fritos en aceite, fueron expuestos por los lugares en los que había actuado para "escarmiento publico".

Mapa de las zonas donde robaba Jaume el Barbut, entre las que está Biar

El anónimo bandolero encontrado en la cueva de Biar murió por un enfrentamiento con otro compinche, al igual que le sucediera a Palloc, con el que tal vez cabalgó en más de una ocasión para cometer fechorías. 

El bandolerismo fue erradicado ya entrado el siglo XX, pero sigue siendo una buena inspiración para contar historias como ésta.



Recortes de prensa de la época sobre las fechorías de Palloc y otros bandoleros:

La Nación (1868)

La Correspondencia de España - 1869

La Nación- 1868

La Esperanza (Madrid)- 1869